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El Valor de la Actitud: ¿Qué consejo les podríamos dar a nuestros hijos para que sean felices?

¿Qué consejo les podríamos dar a nuestros hijos para que sean felices?

Yo a mis hijos, lo tengo clarísimo, siempre les he machacado tres conceptos, ya tienen veinte años, con lo cual ya están hasta el coco de escuchar mis rollos, pero yo lo he resumido todo en tres ideas para mis hijos.

La primera es el desarrollar la bondad, el ser buenas personas, al final, en la vida el talento es importante, el dinero es importante, el trabajo que tienes, tu cargo es importante, pero en la vida es mucho más importante ser buena persona.

Es incompatible ser buen profesor y mala persona, es incompatible ser buena pareja y mala persona. Al final, en la vida lo que cuenta es ser buena persona.

Entonces a mí cuando me dicen: «¿Cuál es la virtud que más te gusta?», la bondad, y así se lo explico siempre a mis hijos, personas buenas.

Cuando me cojo el último tren que vuelve a Barcelona, cuando llego a la estación de Sants, veo gente durmiendo en la calle. Entonces, ¿tú ves a alguien durmiendo en la calle, ves a alguien buscando en un contenedor y no te conmueves, no hay algo dentro que te duela? Es que te has vuelto insensible, te has vuelto una persona inhumana, no mala persona, pero sí insensible e inhumano, porque a fuerza de verlo, nos hemos acostumbrado. Entonces, uno no puede dejar de ser sensible al sufrimiento ajeno, porque es lo que nos hace buenos, nos hace despertar esa inquietud por ayudar a los demás, la compasión.

Ese es el consejo que yo les doy a mis hijos, la primera de las ideas, ser buenos.

A mí me encantan las frases, y hay una frase de Martin Luther King que siempre me viene a la cabeza cuando explico esto a mis hijos, que dice algo así como que en esta generación, porque es verdad que a la gente joven les dejamos un mundo que es una mierda, lo hemos hecho muy mal, y en esta generación tendríamos que arrepentirnos, no de las maldades que hace la gente mala, sino del abrumador silencio de las personas buenas. Entonces, uno no puede tirar la toalla y uno tiene que luchar para ser la mejor persona que pueda llegar a ser y para ser buena persona, y eso no es cursi, al final, es el sentido que tiene la vida. 

El segundo consejo que les doy es no perder nunca la alegría.

La alegría ayuda mucho, pero la alegría no es ser payaso, chistoso o gracioso, es ese concepto de la alegría de vivir. Uno tiene que intentar vivir alegre, porque no es un tema genético, se aprende, se desarrolla, y se aprende viendo lo positivo antes que lo negativo, y cuando uno es alegre, las relaciones con los demás funcionan mejor, cuando uno es alegre, uno se enfada menos, uno asume que la vida tiene cosas que nos gustan y cosas que no nos gustan, y en las relaciones personales uno genera menos conflictos. Ayuda mucho ser alegre, pero estamos en un entorno donde cuesta encontrar personas alegres.

Yo recuerdo una anécdota que me pasó hace dos meses, en Barcelona me muevo en moto, porque me resulta más cómodo, más rápido.

Yo iba en la moto a las ocho de la mañana y estaba parado en un semáforo, al lado había un taxista, le miro y yo me fijé que en el panel estaba marcada la temperatura y ponía treinta y un grados.

Miro al taxista y le digo: «¿Treinta y un grados? ¿Qué calor, no?», el hombre se gira y me dice: «¿Usted qué es meteorólogo?», que te coge esa rabia de decir «qué burro, qué idiota», si he hecho una pregunta espontánea, y hay gente que ya va de mal humor a primera hora de la mañana.

Sigo con la moto pasando semáforos y cuando ya estaba mucho más adelante, me encuentro en otro semáforo, miro a la derecha y también tenía un taxi, y digo: «¿Me la juego o no me la juego?», yo buscaba la temperatura en el panel, pero no la encontraba, y entonces le pregunté al taxista: «Perdone, ¿qué temperatura marca el coche?», y me dice: «Treinta y un grados», digo: «Moriremos como pollos, ¿no?», y el hombre se gira y me dice: «Yo no, porque ya me he acostumbrado a pasar tres veces al día por un túnel de lavado de coches, bajo las ventanillas, que entre el agua y a trabajar fresquito», y claro yo salí de allí y pensé…

Yo lo que estudio se llama psicología positiva, este es el ámbito que yo estudio, y se reduce a esta anécdota: ¿Por qué hay personas que el mismo día de la semana, con el mismo trabajo, a la misma hora, con la misma temperatura, hay personas que son alegres, hay personas que tienen un sentido del humor, hay personas que disfrutan trabajando, hay personas que sonríen, y hay otras que con las mismas circunstancias son rancias, mustias, bordes, antipáticas?

¿Dónde está la diferencia? Hay personas que luchan por vivir con alegría, por quejarse menos, por valorar lo positivo, y ese es un consejo que le doy siempre a mis hijos, vivir con alegría, es fantástico. Todos los que estamos aquí sabemos por experiencia que cuando uno va alegre, la vida es increíble y cuando uno va hasta las narices, la vida es una mierda.

Entonces, hay que luchar para ser buena persona y hay que luchar para vivir con alegría. La vida ya nos dará dramas, por supuesto, hay motivos para perder la alegría, pero no todo es para perder la alegría. Estamos en un entorno de personas que se han vuelto mustias.

Y la tercera y última cosa que les digo es, primero la bondad, la segunda es la alegría, y la tercera es, sobre todo, pensando en su trayectoria profesional. Siguiendo con las frases, yo tenía un profesor que siempre nos decía: «Küppers, la vida es simple, pero nos la complicamos. Cuando tengas un trabajo, cuando estás trabajando, no se trata de hacer cosas extraordinarias, se trata de hacer de manera extraordinaria las pequeñas cosas ordinarias», ahí es donde está la diferencia entre las personas grandes y las mediocres, en no hacer cosas extraordinarias, sino hacer las pequeñas cosas ordinarias de manera absolutamente extraordinaria.

Yo firmaría si mis hijos fueran buenas personas, fueran bondadosos y tuvieran esa sensibilidad por ayudar a los demás y esa sensibilidad por percibir el sufrimiento ajeno, si fueran personas alegres que transmitieran alegría y que fueran personas que en su día a día, con el trabajo que hagan, más importante o menos importante, se dedicaran a hacer cosas extraordinarias en esas pequeñas cosas ordinarias de cada día.

Fuente y autor: Aprendemos juntos, Victor Küppers

Victor Küppers es Doctor en Humanidades y Licenciado en Administración y Dirección de Empresas. Profesor universitario y formador, Küppers es autor de libros de éxito como "El efecto Actitud" y "Vivir una vida con sentido". Es un defensor absoluto del poder que tiene la ‘actitud’ para desarrollar el máximo potencial de las personas: "Tú vales tus conocimientos, tus habilidades y tu actitud, pero la actitud multiplica”, explica. Víctor Küppers reivindica la importancia de aprender a escuchar para cuidar las relaciones en el mundo actual. Apasionado por la psicología positiva, su pensamiento se podría resumir en esta frase de Teresa de Calcuta: “Que nadie se acerque a ti sin que al irse se sienta un poco mejor y más feliz”. Para Küppers esta es la definición de una ‘persona espectacular’.

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