Donetsk y Lugansk, dos ciudades de la región del Donbás en el este de Ucrania cuyo territorio ha sido tomado por separatistas prorrusos desde 2014, viven momentos de incertidumbre.
Al este, Rusia. Al oeste, la Unión Europea. Y, en medio, un país azotado por una guerra que ha dejado ya más de 14.000 muertos.
Ucrania, uno de los países más extensos de Europa, lleva desde 2014 inmerso en un duro conflicto al este del país.
Y la llamada Guerra del Donbás no solo afecta a Ucrania, sino que tiene ramificaciones geopolíticas más allá de sus fronteras.
¿Pero cuál es el origen de este conflicto?
En este video se explica cómo empezó y por qué Ucrania está en el centro de la creciente tensión entre Rusia y el bloque occidental, liderado por Estados Unidos.
Antes de explicar cuáles son las causas del conflicto actual, hay que echar un poco la vista atrás para entender la particularidad de este país.
Entre los siglos IX y XIII, la actual Ucrania formó parte de la llamada Rus de Kiev, una enorme y poderosa federación de tribus eslavas que se extendía desde el Mar Báltico en el norte hasta el Mar Negro en el sur.
Desde entonces, su historia se ha caracterizado por la dominación de potencias extranjeras y ha pasado por manos polacas, otomanas, austríacas y, sobre todo, rusas.
Y durante la primera mitad del siglo XX, el territorio ucraniano seguía repartido.
La zona oriental de Ucrania, que antes de la Revolución de 1917 formaba parte del Imperio ruso, pasó a llamarse República Socialista Soviética de Ucrania cuando se estableció la Unión Soviética en 1922. La zona occidental se encontraba entonces principalmente en manos polacas.
Pero fue con la repartición de territorios durante la Segunda Guerra Mundial, que la zona bajo dominio polaco y otras regiones colindantes, pasaron a formar parte de la República Socialista Soviética de Ucrania.
Esta República no incluía, en un principio, la península de Crimea. Esta estratégica región, situada al norte del Mar Negro, había sido anexionada por el Imperio Ruso a en el siglo XVIII y era una histórica reclamación ucraniana.
Sorprendió, sin embargo, que, en 1954, el entonces líder de la Unión Soviética, Nikita Jrushchov, hiciera caso a esta reclamación y decidiera que Crimea pasara de manos rusas a ucranianas. Todo eso sí, bajo el manto común soviético.
Pero recordemos que en 1991 se produce el colapso de la Unión Soviética. Ucrania se consolida como país independiente y mantiene una buena sintonía inicial con Rusia, que había sido la república soviética más grande e influyente.
Sin embargo, más tarde, se fue produciendo un acercamiento hacia Occidente. Hasta el punto de elaborarse en 2012 un Acuerdo de Asociación entre Ucrania y la Unión Europea.
Algo que incomodó a Rusia, que ejerció presión al punto de que cuando ya estaba todo listo para la firma en noviembre de 2013, el entonces presidente ucraniano, Viktor Yanukovich suspendió el acuerdo.
Esta repentina decisión provocó que cientos de miles de personas se agolparan en la Plaza de la Independencia de Kiev pidiendo que se retomara el diálogo con la Unión Europea.
Comenzaba así el llamado Euromaidán, una serie de protestas y disturbios de índole europeísta y nacionalista, aunque con apoyo también de sectores ultraderechistas, que se extendieron por gran parte del país durante varios meses.
Estas revueltas se saldaron con más de 100 muertos y continuaron hasta que el 22 de febrero de 2014, Yanukovich huyó de Ucrania.
Cinco días más tarde, esta crisis fue aprovechada por Rusia. Grupos armados prorrusos, apoyados por Moscú, tomaron las principales instituciones de la península de Crimea, izaron la bandera rusa y convocaron un referéndum de independencia.
En apenas unos días, Ucrania vio cómo Crimea pasaba a ser dirigida de facto por Rusia.
Más tarde, el presidente ruso, Vladimir Putin, reconoció que muchos miembros de estos grupos armados pertenecían realmente al ejército ruso. Incluso el ministro de defensa ruso les galardonó con medallas por lograr lo que califican como “el regreso de Crimea”.
Este movimiento marcó un punto crítico de las relaciones entre Rusia y Occidente. Provocó la expulsión de Rusia del G-8, el grupo de países más industrializados del mundo y la Unión Europea reaccionó a la anexión de Crimea, decretando duras sanciones económicas contra Moscú que aún siguen vigentes.
Hay que destacar que la península de Crimea tiene un atractivo especial para Rusia. En la localidad de Sebastopol, al sur de Crimea, se encuentra la principal base naval rusa en el Mar Negro. Desde la independencia de Ucrania, Moscú pagaba una tasa anual a Kiev por el uso de esta base, algo que ya no necesita hacer con su anexión.
Además, tal y como contamos antes, esta región había formado parte del territorio ruso durante un periodo de tiempo, por lo que para Moscú y especialmente para Vladimir Putin, con esto recuperaban un territorio que les pertenecía.
Un mes después, fuerzas prorrusas tomaron también varias localidades en la zona del este de Ucrania, tras lo cual se iniciaron enfrentamientos armados con el ejército ucraniano.
Tal fue el empuje prorruso en esta región, conocida como el Donbás, que el 11 de mayo se declararon independientes las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, aunque siguen sin ser reconocidas internacionalmente.
Desde que comenzó la llamada guerra del Donbás, entre ucranianos y fuerzas prorrusas, la OTAN ha acusado a Rusia de apoyar militarmente a los separatistas, algo que niegan desde Moscú.
Desde entonces, las negociaciones de paz, como el Protocolo de Minsk o el acuerdo de Minsk II, han intentado sin éxito alcanzar un alto el fuego.
Ucrania, Rusia, Alemania, Francia, representantes de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa y representantes de las llamadas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk han participado de estas conversaciones, pero el conflicto sigue asolando al este de Ucrania y dejando miles de víctimas.
Naciones Unidas ha advertido de los crímenes de guerra que se han sucedido desde 2014 en esta región, así como del “alarmante deterioro” de los derechos humanos. También contabiliza en más de un millón y medio las personas que se han visto obligadas a dejar sus casas durante este tiempo.
Además de las miles de víctimas en terreno ucraniano, se añaden las casi 300 personas que murieron en el avión de Malaysia Airlines derribado el 17 de julio de 2014 por un misil de fabricación rusa, aunque ningún bando se hizo responsable.
Pero ¿qué implicaciones geopolíticas y económicas tiene este conflicto?
Para empezar, Rusia y Ucrania comparten lazos históricos, étnicos y culturales. Precisamente en las regiones en conflicto la mayoría de la población habla ruso en lugar de ucraniano, y esta es una de las razones que dan quienes defienden la anexión de estas regiones ucranianas desde Moscú.
Por su parte, la Unión Europea y Estados Unidos ven en Ucrania un potencial aliado a nivel estratégico y militar, justo a las puertas de Rusia. Y según algunos analistas, eso es lo que precisamente quiere evitar Putin.
En 2008, la OTAN, con Estados Unidos a la cabeza, prometió que Ucrania y Georgia, otra exrepública soviética, serían admitidos en la alianza atlántica.
Y esta es una de las “líneas rojas” marcadas por Rusia; Putin ha repetido que quiere evitar que la OTAN extienda su influencia hacia países de Europa del Este y Asia Central.
Pero además, la industria energética también es clave para entender la trascendencia de esta disputa.
Rusia ha construido un enorme gasoducto entre su territorio y Alemania, llamado Nord Stream II.
Sin embargo, el proyecto se encuentra bloqueado actualmente por Alemania y la Unión Europea, quienes temen que Rusia pueda utilizar este gasoducto para presionar a Ucrania.
Actualmente la mayor parte del gas ruso que llega a Europa lo hace precisamente a través de Ucrania, pero con la apertura de Nord Stream II, Moscú podría hacer llegar todo el gas directamente a Alemania.
Esto privaría a Ucrania del ingreso de alrededor de dos mil millones de dólares al año.
Y, según el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, este proyecto es un arma geopolítica peligrosa del Kremlin, pues hay analistas que piensan que en el momento en que no hubiera gas pasando por Ucrania, ya no existiría un impedimento para un potencial ataque ruso.
Pero el bloqueo de Nord Stream II no supone solo un perjuicio para Rusia… Sino también para Europa, que necesita el gas ruso y que ha visto cómo los precios del gas se han disparado.
Como ves, este conflicto va mucho más allá de lo territorial. Resuena y tiene consecuencias a nivel global.
Fuente: BBC News Mundo