Escrito por
Asertividad para Gente EXTRAordinaria, la asertividad es clave para la felicidad
Clave para la felicidad

Clave para la felicidad

La asertividad es para gente extraordinaria. La razón es muy sencilla. En manos de personas que no están dispuestas a aprender y a crecer como personas a lo largo de toda la vida, y que no tienen demasiado interés en cuidar y mejorar sus relaciones, pierde todo su sentido y resulta inútil e ineficaz.

Ser una persona extraordinaria no significa tener cualidades excepcionales ni hacerlo todo bien. Las personas extraordinarias son personas de buen corazón que a veces se pierden en las formas.

Son personas que lo quieren hacer bien y les sale mal. Personas humildes que asumen con naturalidad que se equivocan y no ponen, por tanto, toda la responsabilidad de lo que les ocurre en los otros, sino que reconocen sus propias dificultades y están dispuestas a poner algo de su parte para aumentar su propio bienestar y el de quienes le rodean. Las personas extraordinarias son personas que no piensan solamente en ellas, que antes de señalar a otro con el dedo acusador se miran a sí mismas y admiten sus propias limitaciones en lugar de airear las de los otros. Son personas que quieren ser felices, que también se alegran de que lo sean los otros y que, en la medida de sus posibilidades, contribuyen a que lo sean.

La asertividad tiene que ver con la necesidad de cuidarnos y protegernos unos a otros, con el deseo de generar confianza y proximidad a través de la comunicación y con el noble propósito de ofrecernos pequeños instantes de felicidad. Surge de la firme voluntad de contribuir al bien común a partir de la mejora propia. En realidad, nace del profundo deseo de tener a mano «una flor» para ofrecer a quienes nos rodean y construir entre todos un entorno progresivamente más cálido y acogedor.

Es una actitud muy necesaria para el buen funcionamiento de las relaciones interpersonales y es cosa de dos, como mínimo.

Contrariamente a lo que a veces se cree, la asertividad implica generosidad y es inconcebible sin la empatía y la consideración hacia el otro. No significa un egoísmo o un egocentrismo ilimitados.

No se limita a hablar de mí, de mis sentimientos, deseos, opiniones y preferencias. Implica escuchar, conocer y considerar también los de quienes nos rodean, atender no sólo a los sentimientos que los otros desencadenan en nosotros con sus palabras y sus actos, sino también a los que nosotros desencadenamos en ellos.

Podemos considerar la asertividad como un recurso para comunicar de un modo respetuoso y oportuno lo que yo siento y para acoger con el mismo respeto lo que sienten los otros. No es en modo alguno una estrategia para ocultar lo que de verdad sentimos.

Sería un error pensar que se reduce a utilizar bonitas palabras para disimular nuestros sentimientos, pues lo que sentimos lo comunicamos siempre de un modo u otro. Si no lo hacemos con las palabras, lo hacemos con el tono de voz, la mirada, la expresión facial, los gestos, la postura corporal, etc. Para lo que sí puede servirnos es para aprender a contener y a canalizar adecuadamente determinadas emociones.

La asertividad no es coser y cantar; requiere un entrenamiento y dedicación por nuestra parte, sobre todo en aquellas situaciones en que ciertas emociones –conscientes o no– se nos llevan por delante y secuestran nuestra capacidad de reflexionar o actuar desde la calma y la serenidad. Pero lo más difícil no es su aprendizaje ni su práctica, sino la comprensión profunda de la delicadeza, la nobleza de corazón, la honestidad, la humildad, la responsabilidad, la voluntad de mejora y la consideración hacia los otros, que en el fondo implica.

Asertividad y felicidad están estrechamente relacionadas desde el momento en que ambas tienen que ver con la calidad de las relaciones que mantenemos con quienes nos rodean.

La asertividad hace referencia a la capacidad de comunicarnos de un modo honesto y respetuoso. Es la ternura invisible con la que envolvemos nuestras palabras y nuestros actos para favorecer una buena sintonía y un intercambio positivo con los otros.

En cuanto a la felicidad, depende en buena medida de los vínculos afectivos que somos capaces de establecer con esos otros. Estudios realizados en este sentido corroboran que una de las características principales de las personas que se consideran felices es que gozan de una buena red de relaciones estables con otras personas.

Dicho con otras palabras, la asertividad es una de las claves de las relaciones armoniosas y las relaciones armoniosas son una de las claves de la felicidad. Sin la base de respeto y el toque de delicadeza que supone la asertividad es difícil tejer unas buenas relaciones y sin unas buenas relaciones es difícil sentirnos felices.  

Las buenas relaciones constituyen la base de la sensación de plenitud y felicidad vital. Por eso es tan importante cuidarlas.

Nuestra felicidad depende de la calidad de nuestras relaciones y la calidad de nuestras relaciones depende del grado de asertividad, afecto y empatía que seamos capaces de desarrollar. Los otros nos influyen y nosotros influimos en ellos, por lo que debemos asumir necesariamente una actitud responsable y asertiva.

Asertividad rima con felicidad y no es una mera coincidencia léxica o fonética. La asertividad es un poderoso recurso para la felicidad y de ahí el gran interés que despierta.

Fuente: La Asertividad para gente extraordinaria- Eva Bach y Anna Forés

DeGanadores
Administrador

Llegar a todos los hogares y empresas del mundo y convertirnos «En el Mayor Portal del Conocimiento y Motivación de ese mundo diferente, mejor, justo y solidario que todos deseamos"»... es nuestro mayor sueño.

Sabemos que es un camino largo y difícil, pero de ninguna manera imposible, contigo a nuestro lado, lo lograremos.

SUSCRÍBETE A DG NEWSLETTER