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Atrévete a Cambiar, Aviva la lumbre... No la apagues

Todos estamos de acuerdo en que el mundo está cambiando, y es necesario que respondamos con eficiencia. La clave para esa  respuesta es la determinación de mantener vivo el fuego en el corazón.

Cuidado con la Manguera

La reacción más habitual frente al cambio es la resistencia. He aquí una historia  común: Maggie, una gerente de ventas de una gran cadena  de supermercados, está entusiasmada con una nueva idea que cambiará y ampliaría el enfoque de marketing de la cadena para atraer al creciente número de familias que tienen dos sueldos. El jefe de Maggie escucha su presentación entusiasta y bien preparada, y, de vez en cuando, la interrumpe, y dice cosas como las siguientes:

¨Esto no está considerado en el presupuesto. ¿De donde va ha salir el dinero?¨
“¿Quién  realizará todo el trabajo adicional que se necesitaría para poner en marcha la idea?”
“Eso daría como resultado la disminución  de nuestras cifras  trimestrales.”
“Eso jamás dará resultado.”
“No me parece práctico”.
“¿Para qué hacer cambios ? Las cosas funcionan bien tal como están ”
“Sí pero......”
“Nunca hemos hecho una cosa como es.”
“Esa no es la manera de hacer las cosas aquí.”

En su intento de adherirse a lo conocido y permanecer en terreno seguro, el jefe de Maggie respondió como un bombero  que apaga un incendio. En la realidad, él la “apagó”, al lanzar un chorro de agua  sobre sus ideas, su entusiasmo y su espíritu.

Tratar de controlar lo incontrolable

Los líderes de todos los campos ponen énfasis en la importancia de aceptar el cambio. Pero las únicas personas que realmente dan la bienvenida al cambio son los bebés que tienen los pañales  mojados  y los cajeros que se hallan demasiado ocupados. Sin importarles lo positivo  que pueda ser el cambio, la mayoría de las personas, como el jefe de Maggie, tratan de evitarlo o de oponerse a él.

Seamos sinceros: el cambio es perturbador. La tendencia natural es adherirnos a lo conocido, actuar sobre terreno seguro y tender hacia aquello que nos es familiar. De manera abierta o disimulada, oponemos resistencia.

Lanzar chorros de agua es una forma común con la cual destruimos o descartamos la estrategia osada, la nueva idea, e incluso la mas sencilla sugerencia de mejoramiento. Pero, lo que es peor, cuán frecuentemente nosotros apagamos  nuestros propios sueños e ideas  creativas sin darnos  cuenta  de ello.

Es fácil  comprender  porqué se lanzan chorros de agua.

Ante el cambio y la incertidumbre, la sabiduría convencional  es cautelosa y nos exhorta a ¨tirar de las riendas¨, ¨No ceder un ápice ¨, “cerrar y trancar  la puerta¨. La sabiduría convencional  es el mejor amigo del bombero, pero nuestro peor enemigo.

Lanzar chorros de agua puede  parecer  prudente porque esa actitud está ligada a las ¨lecciones¨del pasado. Parece que se le inyectara un poco de control al mundo  que de otra manera sería incontrolable. Pero estos intentos de permanecer en una zona cómoda no dejan de tener sus costos porque extinguen las chispas de innovación, entusiasmo y creatividad,  que son tan necesarias para progresar.

Maggie abandonó la oficina  de su jefe desilusionada  y desanimada. Inconscientemente, al apagar su idea el también había disminuido su entusiasmo.

Pasará un buen tiempo antes de que ella recupere  su motivación  y se atreva a presentar otra sugerencia.

Fuente: Extracto del libro “Si no está roto, rómpalo” de Robert Kriegel y Louis Patler

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