Los triunfos surgen de la incertidumbre y el riesgo
Nuestra obsesión con la certidumbre puede ser trágica y contraproducente por dos razones: en primer lugar, la incertidumbre es el lugar donde suceden las cosas nuevas. La incertidumbre es tu camino personal hacia la oportunidad; es el medio ambiente donde creces, experimentas cosas nuevas y produces nuevos resultados. La incertidumbre es donde lo nuevo sucede.
«El deseo de seguridad está en contra de cualquier iniciativa noble y grandiosa».
Tácito
Cuando te quedas con lo que te sientes cómodo, haciendo lo mismo que siempre has hecho, vives en el pasado, no estás caminando hacia delante. Repites cosas y comportamientos que alguna vez fueron un riesgo en tu vida, porque no sabías a dónde te llevarían, pero ya se han convertido en una rutina.
Piénsalo: ¿cómo puedes conocer nuevos lugares si nunca sales de casa? ¿Cómo puedes hacer amigos e iniciar un nuevo romance si no conoces gente nueva? ¿Cómo puedes hacer cosas nuevas si siempre haces lo mismo?
No puedes. La verdad es que no puedes predecir lo que harán las personas que conoces y mucho menos lo que harán las que ni siquiera conoces. Así sea en la fila del súper, en un antro o en el banco, las situaciones sociales están inevitablemente llenas de incertidumbre. ¡Vaya, la mitad del tiempo no puedes ni siquiera predecir tus propios pensamientos o emociones! Piensa en todas las veces que has juzgado algo sólo para después cambiar de parecer.
¿Cómo puedes conseguir un aumento si no tomas el riesgo de pedirlo? ¿Cómo puedes seguir creciendo profesionalmente si siempre te aferras a la certidumbre y al confort? No lo lograrás. El éxito nunca es una certidumbre, nunca llega sin riesgo. Aunque seas la persona más inteligente o trabajadora del mundo, no hay garantía de nada.
La gente que hace grandes cosas sabe esto muy bien y también lo acepta.
«En cualquier momento de decisión, lo mejor que puedes hacer es lo correcto. Lo segundo mejor es tomar la decisión equivocada. Lo peor que puedes hacer es nada».
Theodore Roosevelt
Reflexiona durante un minuto lo que dijo Teddy Roosevelt. Fallar el tiro no es lo peor que puedes hacer, lo peor que puedes hacer es no disparar.
Tal vez veas a la gente exitosa y creas que desde un principio tuvieron todo planeado. La mayoría de ellos aparentan estar llenos de confianza, carisma o talento, y hacen parecer que todo es sumamente fácil. Sin duda parecen tener algo que tú no, pero créeme: su viaje a la cima no fue fácil ni certera. La mayoría de ellos dudaron de sí mismos casi todos los días, incluso hasta cientos de veces al día. Así es, ellos también se sentaron ahí, así como estás tú, preguntándose cómo lo lograrían, si su esfuerzo valía la pena o si tenían lo necesario para seguir adelante. Había días en los que dudaban de lo que hacían, en los que pensaban: «Esto nunca va a funcionar». Muchos de ellos se encontraron a punto de rendirse más de una vez en su camino al éxito. Alcanzaron el éxito no porque tuvieran la certeza de que fueran a lograrlo; lo obtuvieron porque no dejaron que la incertidumbre los limitara. Lo hicieron de todas maneras. Ignoraron las dudas y siguieron adelante. Fueron insaciables cuando lo único que los motivaba era esa misma ambición.
Piensa en todas las personas que han logrado algo grandioso sólo para caer en la oscuridad poco después. Seguramente puedes pensar en varios, ya sean artistas, empresarios o atletas.
A lo largo de mi carrera he entrenado a muchas personas «exitosas» que llegaron a mí porque sus vidas se habían vuelto monótonas y, por ende, no encontraban inspiración y se sentían desinteresadas. ¿Qué fue lo que pasó? La gran mayoría de ellos habían caído en la comodidad.
Durante años habían salido de sus zonas de confort para conseguir lo que querían, pero, en cuanto decidieron que preferían la certeza sobre la incertidumbre, dejaron de lograr cosas nuevas. Chocaron con una pared.
¿Por qué pasa esto? Porque cuando has logrado una de tus metas, cuando eres rico y exitoso, el futuro parece, naturalmente, un poco más seguro. Creo que todos nos sentiríamos mucho más seguros con un millón de dólares en el banco.
Pero esa forma de pensar es exactamente lo que crea las condiciones perfectas para nuestra caída. Cuando dejamos de sentir incertidumbre sobre el dinero, el deseo o la necesidad que perseguimos disminuye.
Cuando dejamos de sentir incertidumbre sobre el éxito, nuestra ambición puede suavizarse o aplanarse. Nos ponemos cómodos en nuestra inflada ilusión de certidumbre. Tarde o temprano llegamos a eso que la gente llama «establecerse». Nos conformamos con la certidumbre.
Esa es la clase de poder que tiene la incertidumbre en nuestras vidas.
Puede ayudarnos o ponernos el pie. Puede volvernos millonarios o pobres. Puede ser la llave al éxito o llevarnos en una dirección opuesta.
Para la mayoría de las personas, termina siendo ambas cosas...
Por eso quiero que cambies tu forma de pensar. Quiero que aceptes la incertidumbre. Esa es tu siguiente afirmación: «acepto la incertidumbre».
Vela cara a cara. Celébrala. Disfrútala.
Recuerda, todos los éxitos, todas las experiencias y todas las cosas que siempre has querido están esperándote en la incertidumbre. Cuando aceptes esto, verás que no es tan aterrador como creías. Claro, es posible que aún estés nervioso sobre lo que pasará, pero también estarás emocionado y esperanzado por lo que está por llegar.
Mientras lo desconocido puede traer muchas cosas malas, también tiene todo lo bueno. Está lleno de oportunidades y progreso...
Hazlo. Empieza ahora. No hay mejor momento que el ahora. Ejercita ese músculo que necesitas para aceptar la incertidumbre. Alcanza la gloria sin limitarte por tus propias opiniones o miedos.
No te detengas ahí: en vez de expandir tus zonas de confort, asegúrate de romper las barreras. Trata de actuar como nunca lo habías hecho. Haz algo totalmente diferente a tu rutina; ese sería un gran primer paso.
¡Acepta la incertidumbre y da un gran paso hacia el futuro que quieres!
Fuente: ¡Deja de Chingarte! - Gary John Bishop